Cuando uno de los mejores tenistas de todos los tiempos anunció la publicación de sus memorias, el público no podía imaginar que iban a tener tal cantidad de sorpresas.
Andre Agassi se hizo el amo de las pistas en los años noventa. Una época en la que su cabeza lucía melena y su juego era un referente en las pistas. Sin embargo, tras la lectura de sus memorias se ha descubierto que no era oro todo lo que relucía.
El bueno de Agassi no quiso jugar al tenis, o si quiso en algún momento, su padre se encargó de que lo odiara. Según ha explicado el tenista, su padre llegó a proporcionarle sustancias ilegales para que jugara los encuentros con un ritmo de competición más elevado.
El hoy marido de Steffi Graff, otra tenista, no sólo ha reconocido tomar drogas en una época de su vida, además anunció que había jugado el Roland Garros del año 90 con una peluca. Se imaginan, yo estaría más preocupada por que la peluca no se cayera durante una volea que del tanteo del partido. Y algo así le debió ocurrir a él puesto que ha explicado lo mucho que rezó antes del encuentro.
De aquella peluca poco o nada se sabe porque hace años que Agassi luce calva allá por donde va. Casi veinte años después su historia ha revolucionado el mundo del tenis, y casi del deporte en general, pero ¿por qué lo ha hecho público?¿Qué ha ganado? Quizá algún día lo explique.
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